Por: SOS Internacional
*Advertencia de activación, este artículo entra en detalles sobre el abuso sexual y la guerra. Se recomienda discreción al lector*.
En todo el mundo, numerosas amenazas impredecibles ponen a niñas y mujeres en peligro de ser víctimas de la trata. Una amenaza que está presente actualmente en muchas zonas del mundo son los conflictos armados. Son muchos los factores que conducen a los conflictos armados, pero los resultados de estos conflictos crean un caldo de cultivo para la trata y la explotación sexual.
A partir de 2020, el Estimaciones de la ONU que más de 2.000 millones de personas viven en países afectados por conflictos, y en 2023, el Foro Económico Mundial estiman que 339 millones de personas necesitan ayuda humanitaria, la mayoría de las cuales se han visto afectadas por conflictos armados. La falta de alimentos, agua y refugio crea vulnerabilidad en las familias atrapadas en zonas de conflicto o que intentan huir de ellas. La inestabilidad causada por el conflicto crea un caldo de cultivo para diversas formas de trata. Estas formas de trata incluyen el entrenamiento para funciones de combate como soldados, espías, guardaespaldas y trabajos forzados. La explotación sexual es la forma de trata más detectada en las zonas de conflicto armado. Los refugiados que intentan escapar del conflicto o se enfrentan a la persecución por motivos de raza, religión, nacionalidad o afiliación política corren el riesgo de ser víctimas de la trata cuando intentan eludir el conflicto.
Explotación sexual
Cuando la guerra o los conflictos perturban a los países, aumenta la trata de personas. Mujeres y niñas son secuestradas, maltratadas y, a menudo, intercambiadas por bienes por grupos armados. Muchos grupos armados utilizan la explotación sexual como táctica de guerra. La violencia sexual puede utilizarse y se ha utilizado como arma de guerra para desmoralizar al enemigo como castigo o para infundir miedo y mostrar poder o dominio. Esta violencia suele producirse en forma de violación en grupo. Los expertos en guerra y conflictos afirman que la violencia sexual también puede utilizarse como táctica de guerra desestabilizar a las comunidades enemigas preñando a las mujeres. Al violar y embarazar por la fuerza a las mujeres, los campos enemigos intentan cambiar la dinámica de la sociedad a la que atacan reduciendo el número de mujeres que pueden o quieren tener hijos tras su violación. Intentan impedir el crecimiento de las sociedades enemigas al tiempo que cambian la dinámica de las familias. Prueba de esta forma de táctica de guerra son los "campos de violación", muy documentados, que fueron creados por Serbia durante la guerra de Bosnia en la década de 1990. Las mujeres y niñas de estos campos denunciaron repetidos abusos hasta quedarse embarazadas y ser encarceladas para impedir que interrumpieran su embarazo. Campamentos como éste no son típicos, pero sí lo es el intento de debilitar a las comunidades mediante la violencia sexual. En otro caso ocurrido en Nigeria, un grupo armado local secuestró y violó a niñas que consiguieron escapar y dieron a luz a sus hijos. Se enfrentaron al escrutinio de su comunidad, que creía que los niños tenían "mala sangre", lo que las separó de su comunidad. Otra cosa importante a tener en cuenta es que, aunque la explotación sexual en zonas de conflicto suele ocurrir a mujeres y niñas, también puede ocurrir a hombres y niños para avergonzarlos y, como ya se ha mencionado, mostrar poder.
Matrimonio forzado
El matrimonio forzado es otra forma de trata que suele darse en zonas de conflicto. Estos matrimonios se producen sin el consentimiento de uno o ambos miembros de la pareja, y en ellos se explota al que no consiente. Las mujeres y las niñas son con frecuencia víctimas de matrimonios forzados, en los que las mujeres son explotadas sexualmente y se espera de ellas que participen en las tareas domésticas. Las esposas en muchas zonas, especialmente en un grupo armado, pueden representar poder y rango. A menudo se regalan novias como incentivo o premio para los combatientes. Estas "novias" se consiguen mediante la fuerza, el engaño o la explotación de las necesidades. Algunos en zonas empobrecidas pueden vender a sus hijas para que se casen, creyendo que no hay mejor opción para ellas. Otros lo hacen a cambio de alimentos, protección o un salvoconducto para salir del conflicto.
A veces, la venta de hijas como "novias" se hace para la supervivencia de la hija. Una mujer vendida para un matrimonio forzado puede tener una posición social y unos derechos como esposa más elevados que una mujer obligada a trabajar en la industria del sexo comercial. Sentirse presionado para vender a una hija o para que se la quiten a una familia es una realidad a la que ninguna familia debería enfrentarse.
Qué se puede hacer
Actuar contra quienes se encuentran en zonas de conflicto puede ser todo un reto. El debilitamiento del Estado de derecho en las zonas de conflicto y un sistema subdesarrollado para denunciar los crímenes internacionales han hecho que sea difícil hacer justicia. Una solución a este problema es animar a las agencias internacionales a trabajar con más diligencia para proporcionar mejor protección y asistencia a los refugiados y desplazados en conflicto. Una asistencia rápida y eficaz ayudará a reducir el número de personas que quedarían vulnerables a los traficantes que prometen falsamente proporcionarles un paso seguro hacia otros países. Parte de ofrecer una mejor protección significaría también crear una mejor vigilancia en las zonas donde se encuentran los refugiados y facilitarles la denuncia de cualquier delito.
Otra solución consiste en asegurar a las comunidades proporcionándoles alimentos básicos y agua durante el conflicto o antes de él. Esto es vital porque la demanda de alimentos y agua potable aumenta cuando se producen conflictos armados. La falta de necesidades básicas hace que las comunidades sean vulnerables a los traficantes deseosos de explotarlas. Trabajar con la población local para desarrollar y fortalecer sus comunidades contra el tráfico les proporcionará una mayor estabilidad en tiempos de conflicto.
La contaminación de las fuentes de agua dulce provocada por los conflictos armados hace que el agua potable para beber, cocinar y otras necesidades cotidianas sea limitada. Esta escasez y el aumento de la demanda hacen que las familias sean vulnerables a los traficantes. Los grupos armados regularán el acceso a los alimentos y al agua para mantener el control sobre las comunidades o regiones. Los esfuerzos humanitarios en las zonas de conflicto son vitales para la supervivencia de vidas inocentes, aunque a menudo son difíciles y peligrosos.
Los conflictos armados son un tema difícil y lleno de matices, sin respuestas fáciles. Sin embargo, en SOS creemos que proporcionar alimentos y agua potable a las comunidades las desarrollará y las protegerá de los traficantes. Los conflictos son impredecibles, pero empezar por asegurar a las comunidades sus necesidades básicas creará una mejor estructura para las comunidades frente a la escalada de las amenazas.